29/4/16

Bulimia y anorexia: crecen los casos y bajan las edades en nenas y varones [29-4-16]


Bulimia y anorexia: crecen los casos y bajan las edades en nenas y varones

En La Plata ya se atienden a chicas de diez años y se coincide, además, en la presencia creciente de nenes que tienen los mismos síntomas. La opinión de los especialistas

Y un día dejó de comer. Así, de la nada, se miró en el espejo y le dijo a su madre que se veía gorda, con panza. Y no sólo eso, sino que también se lo decían en la escuela: todas sus compañeritas la llamaban gorda . Al principio la madre no le dio mucha importancia. Cosa de nenas, pensó. Pero el tiempo pasó y la idea de no comer, o de comer cada vez menos, se mantuvo firme y la silueta de Andrea, de apenas 10 años, comenzó a perder forma y debilitarse como si fuese una evidencia incuestionable de su profunda tristeza. Hoy, algunos meses después y siguiendo un tratamiento riguroso que incluye psicólogo y nutricionista, Andrea se siente mejor y sus 42 kilos la hacen ver algo más repuesta. Pero la lucha sigue. Y su anorexia es, al decir de quienes trabajan en la problemática, la lucha de un número creciente de nenas chiquitas y varones que todavía están lejos de terminar la primaria pero ya viven obsesionados con la imagen de su cuerpo.

“Es una realidad que vemos en la consulta cotidiana -admite el nutricionista platense Norberto Russo-. Tenemos casos en nuestro consultorio de nenas de once años con trastornos de la alimentación muy severos, algo que años atrás no ocurría”.

Las palabras del profesional se encuadran en la mirada de la psicoanalista Olga Ricciardi, especialista en desórdenes de la alimentación y para quien una de cada cinco chicas una tiene problemas en la visión de su cuerpo. Según la experta, en el estadío del desarrollo que comienza con la menstruación “aparecen visiblemente los rasgos de la femineidad con las formas redondeadas del cuerpo, pero no siempre el psiquismo está en condiciones de aceptarla, por lo que estas irrupciones de lo femenino se vuelven traumáticas. Entonces la anorexia con sus síntomas consigue el borramiento de las diferencias sexuales anatómicas y se vuelve a convertir el cuerpo, que ya se había mostrado de mujer, como de niña”.

No obstante, ellas no se ven delgadas, no perciben esta pérdida de la masa muscular, no perciben que su cuerpo vuelve a ser un cuerpo de niña, que pierden los rasgos femeninos. “Hay un síntoma que se llama distorsión de la imagen corporal -apunta Ricciardi-, ven distorsionado su cuerpo en dimensiones mucho mayores y entonces buscan adelgazar en forma permanente porque nunca ven el cuerpo adelgazado”.

PATRONES DE BELLEZA

La franja etaria donde históricamente se percibieron más casos de anorexia es desde los 15 años hasta los 20. Para la bulimia, aunque pueda iniciarse con anterioridad, la mayor cantidad de casos se empieza registrar entre los 18 y 20 años y se extiende hasta los 25, si tomamos esta edad como el fin de la adolescencia. “Lo preocupante es que ahora las edades bajaron -apunta Russo-. Y no sólo eso: también creció la presencia de varones chiquitos que vienen a la consulta”.

Según el nutricionista, “hay un corrimiento en las edades de los trastornos alimenticios hacia edades más tempranas. Estos trastornos que presentan nenes cada vez más chicos dan cuenta de una impronta social muy fuerte. Hay patrones de consumo y modelos estéticos que pesan sobre los niños y que hacen que la cuestión no sea algo reducido a meros trastornos individuales, sino algo que manifiestan los chicos y que pone en evidencia una problemática social”.

Lo que dice Russo encuentra un eco directo en las cifras: estas patologías alimentarias, de hecho, aumentaron en el último decenio en la Argentina un 350% entre los varones adolescentes, “debido al énfasis actual en la cultura de la belleza, que hace que los jóvenes se interesen extraordinariamente por sus físicos”, afirma Mabel Bello, psiquiatra y fundadora de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba).

Un informe elaborado recientemente por esa asociación reveló el incremento basado en un relevamiento de más de 100 mil casos en varias provincias, únicas cifras existentes en el país sobre la temática.

“En el 2004 se registró un nivel de patologías del 2% en el total de adolescentes varones encuestados, mientras que en el último informe el índice llegó al 9%”, explicó Bello, quien recordó además que hace 30 años, cuando nació Aluba, “las estadísticas y las consultas mostraban que del total de afectados por desórdenes alimentarios un 95% eran mujeres y el 5% restante varones, mientras que hoy hay un número proporcional muchísimo mayor”.

“Hay también un cambio cultural importante que justifica eso -insiste Bello-: los jóvenes se depilan, prestan más atención al propio cuerpo, tienen más dificultades para integrarse socialmente o para conseguir trabajo y eso puede generar conductas adictivas en personalidades predispuestas”.

Existen dos grupos importantes de “población de riesgo, uno formado por niños o niñas perfeccionistas, rígidos, obsesivos, generalmente estudiosos o abanderados de escuela y con pocas habilidades sociales”, se explica desde esa entidad. El otro es un grupo mayor de chicos que presenta por lo general desórdenes de conductas y emociones, altibajos emocionales, irritabilidad, enojo, dificultades en el estudio o para concentrarse.

Para Bello, “lo más importante es conectar los cambios sociales y culturales con este aumento notable en las cifras; vivimos una cultura muy visual, que hace énfasis en la belleza y la estética, y eso hace que los adolescentes o los jóvenes se interesen extraordinariamente por sus propios físicos. En estas patologías, el 40% es genético y el 60% restante es cultural”.

Parte de lo que dice la fundadora de Aluba entra en sintonía con lo que explica la nutricionista Rocío Lalli, para quien “el ideal de belleza que fomentan los medios de comunicación muestra a la delgadez como símbolo de éxito, lo cual lleva a varias personas a la preocupación excesiva por su peso corporal. Es decir, que los estándares de belleza que nuestra sociedad actual valora y glorifica, son estímulo para desarrollar trastornos de la alimentación”.

De acuerdo a la mirada de esta especialista, el tratamiento de estos trastornos “no es rápido ni sencillo, porque la causa de ellos resulta de una combinación de conductas presentes por largo tiempo, factores biológicos, emocionales, psicológicos, interpersonales y sociales. Por ello, se requiere el trabajo de un equipo interdisciplinario, compuesto por un médico especialista, nutricionista y psicólogo.”

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