25/5/15

ANOREXIA, SU ORIGEN ESTÁ EN MÁS DE UNA CAUSA 25-05-15


ANOREXIA, SU ORIGEN ESTÁ EN MÁS DE UNA CAUSA

Anorexia es la palabra con la que designan los especialistas la falta de apetito y resulta preocupante, sobre todo para los padres en el caso de de los niños.

El término anorexia para algunos progenitores constituye símbolo de alarma, probablemente por la asociación con la anorexia nerviosa del adolescente, un cuadro clínico distinto que aparece en otro momento de la vida y que puede conllevar otras implicaciones, como psiquiátricas y somáticas.

Sin embargo, en la infancia la inapetencia puede responder a enfermedades orgánicas, ya sean agudas -como el caso de un catarro-, o crónicas -como la que acompaña a las enfermedades digestivas-.

También puede haber anorexias de causa psicógena, con formas simples y transitorias como las que aparecen después que el niño deja de tomar la leche materna, el nacimiento de un nuevo hermanito o la interrupción del contacto con la madre.

Existen formas como la denominada anorexia esencial de la infancia que puede llegar a afectar a uno de cada tres niños menores de ocho años.

Un niño sufre este tipo de anorexia esencial cuando existe dificultad persistente para comer adecuadamente, o sea con incapacidad significativa para aumentar de peso.

El trastorno es persistente cuando aparece sistemáticamente todos los días durante un mes, al menos, y siempre que no exista una enfermedad orgánica, un trastorno mental importante o una falta de disponibilidad de alimento que lo justifique.

Ese problema suele presentarse antes de los seis años, aunque puede prolongarse durante más tiempo.

Cuando se analizan las causas del estancamiento de peso vinculadas a falta de apetito, se encuentra que sólo del 20 al 35 por ciento de los niños que no consiguen ganar peso tienen un problema orgánico tangible y más del 50 presentan dificultades en el entorno familiar, social o psicológico.

Junto a las condicionantes psicológicas, entre ellas celos del hermanito, y las enfermedades orgánicas, como erupción dental o problemas gástricos, se pueden identificar otros factores que influyen sobremanera en la conducta alimentaria de muchos inapetentes, como por ejemplo la personalidad.

Aquellos que los médicos llaman hiperquinéticos tienden en ocasiones a comer poco, porque para ellos representa una pérdida de tiempo durante el cual no pueden disfrutar de su insaciable actividad exploradora del medio y por su incapacidad para concentrarse en una tarea, siquiera unos minutos.

Otros infantes que son muy inteligentes, de acuerdo con investigadores, a veces presentan falta de apetito y se vincula a su afán de aprendizaje constante.

En ocasiones no hay ningún problema y su incapacidad para comer completamente lo que les ofrecen tiene que ver con el ritmo de su desarrollo psicomotor, porque del mismo modo que no todos los niños comienzan a caminar o a controlar la orina en la misma edad, otros tardan en apreciar la riqueza de matices de una alimentación variada.

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