18/3/16

Ebriorexia: otro tipo de anorexia [18-3-16]


Cuando el alcohol sustituye a la comida

A la anorexia y la bulimia, dos de los trastornos de comportamiento alimenticio más conocidos, hay que añadir la ebriorexia, que se manifiesta en la voluntad de quien lo padece en sustituir la falta de comida con la ingesta de alcohol. Esta patología puede traer graves consecuencias y, lo más preocupante, es que muchos ebrioréxicos lo son sin saberlo.

Supuesto erróneo

La anorexia y la bulimia constituyen dos de los trastornos de comportamiento alimenticio más conocidos y difundidos por los medios de comunicación. Mientras en el primer caso, el afectado rechaza la comida hasta límites de peligro mortal para la salud, por razones de estética corporal fundamental, los bulímicos alternan los grandes atracones de comida con vómitos, consumo de laxantes y ayunos prolongados que dan lugar a peligrosas oscilaciones de peso.

Según el Ministerio de Sanidad y Consumo, en España se diagnostican cada año 80.000 casos de anorexia, una enfermedad que afecta sobre todo a mujeres y que suele manifestarse con los primeros calores primaverales cuando brota el deseo de lucir el tipo y los jóvenes optan por estas prácticas tan poco saludables.

Ebriorexia: tomar en vez de comer

A estos dos trastornos tan conocidos en todo el mundo hay que añadir una patología relacionada, la ebriorexia –acrónimo de ebriedad y anorexia-, también conocida como “drunkorexia” de acuerdo con la terminología anglosajona.

El ebrioréxico sustituye la falta de comida en el estómago con las calorías que aporta al organismo el consumo desenfrenado de alcohol, basándose en el supuesto de que la dieta queda así equilibrada.

La obsesión por estar delgado y cierta aceptación social sobre el consumo de drogas y alcohol, constituyen un peligroso cóctel responsable del aumento de las nuevas patologías relacionadas con la comida y la bebida, según advierte la Asociación Española para el Trastorno de la Conducta Alimentaria (AETCA).

Daños irreparables

Agrega AETCA que la ebriorexia puede darse como consecuencia de un juego inconsciente de los jóvenes a “ser mayores”, sin conocer las consecuencias peligrosas de este acto de omnipotencia frente a los peligros de las bebidas alcohólicas, y a pesar de la información que reciben sobre los riesgos que conlleva este tipo de prácticas, como por ejemplo el daño que sufren hígado y cerebro por la falta de nutrientes y la ingesta de bebidas.

En muchos casos, de acuerdo con las escasas descripciones clínicas del síndrome, el trastorno del ebrioréxico pasa por tres fases. En la primera, el afectado únicamente toma alcohol para compensar las calorías que le proporcionaría la comida. En la segunda, para aguantar la abstinencia alimenticia sigue ingiriendo alcohol, o bien lo combina con metanfetaminas para inhibir el hambre. Y en la tercera se da un atracón de comer que puede ir seguido de vómitos para vaciar el estómago.

Ateniéndose a esta descripción, la ebriorexia constituye una mezcla de alcoholismo, anorexia y bulimia.

La ebriorexia es tan escasamente conocida que hay muy pocos especialistas que la traten y, lo que resulta más preocupante, muchos ebrioréxicos lo son sin saberlo, según datos facilitados por la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia (ADANER), uno de los pocos referentes en España para asesoramiento de esta conducta a la que están expuestos muchos jóvenes adictos a consumir alcohol en sus ratos de ocio y de “sociabilidad”.

El perfil del ebrioréxico, agrega ADANER, es el de un joven aficionado a alternar, con una edad comprendida entre los 18 y los 30 años.

Juana Martín, presidenta de ADANER, consideró, en declaraciones a Efe, que la ebriorexia es “un subtipo, una etiqueta más” de las patologías del comportamiento alimentario y cree que todas ellas derivan “de la angustia y la ansiedad en que vive una parte de la juventud, como consecuencia de una baja autoestima”.

Sin embargo, Martin advierte de que la sintomatología de la ebriorexia “no está aún plenamente contrastada con la de la anorexia y la bulimia”, aunque puedan guardar relación.

Manuel Fresco, psiquiatra y director del Centro Nacional del Control de Adicciones de Paraguay, señaló el pasado mes de febrero en declaraciones al periódico “La Nación”, de Asunción, que esta enfermedad puede resultar nueva para mucha gente, pero no lo es como tal, ya que, “en general cuando hay un trastorno alimentario también están presentes otros patrones de dependencia asociados, como el uso de drogas, fármacos y alcohol, y quienes presentan estas patologías pueden desarrollar también, eventualmente, cuadros depresivos”.

Recientemente, en un informativo de RTVE, la televisión pública española, se emitió un reportaje en el que se daba cuenta a la audiencia de la ebriorexia y se ilustraba con declaraciones de jóvenes expuestos a sufrirla.

"Como el alcohol engorda tanto, te saltas la cena para equilibrar", explica uno de los jóvenes en el vídeo que ilustra el reportaje.

"Si salimos pronto de fiesta, no solemos cenar. Son muchas calorías para el cuerpo", añade otro.

La ligereza de estos testimonios encubre el riesgo de enfermedades graves, pues la combinación de consumo de alcohol excesivo con el rechazo a ingerir alimentos lleva a los jóvenes a situaciones extremas y delicadas respecto a su salud, según ADAMER, y lo más preocupante es que estas conductas en muchas ocasiones son aconsejadas por páginas web para “aguantar mejor la marcha”.

Por otra parte, la ebriorexia es, en muchos casos, difícil de detectar porque a nadie le llama la atención que un adolescente se emborrache con sus amigos los fines de semana y que, además, esté pendiente de su dieta.

El riesgo principal de la ebriorexia, según la asesoría psicológica de ADANER, es que puede derivar en desnutrición, intoxicación por etanol e incluso coma etílico, además de dañar de forma fulminante órganos vitales y las neuronas.

Por otro lado, en la Asociación recuerdan que la principal dificultad con la que se encuentran los psicólogos y psiquiatras que tratan a los ebrioréxicos es la falta de unas "pautas fijas de comportamiento", al contrario de lo que ocurre con otros trastornos de alimentación.

Juana Martín recuerda, no obstante, que el aspecto positivo de esta patología, para la que no hay tratamientos definidos y sólo afines a los que combaten otras adicciones, es que el joven que la padece en cuanto recupera la confianza en sí mismo no suele volver a pasar por este trance “tan poco saludable”.

En consecuencia, mientras la anorexia y la bulimia están muy estudiadas y se conocen bastante bien su etiología y sus consecuencias, la ebriorexia aún no cuenta con la base científica suficiente como para determinar si se trata de una adicción pasajera o permanente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario