26/5/17

El botón de la anorexia [26-5-17]


El botón de la anorexia

Cada caso se analiza en profundidad, pero la enfermedad patente debe de ser de larga evolución, crónica y con múltiples ingresos en centros sanitarios.

Teresa, una mujer de Bilbao de 53 años de edad que padece anorexia nerviosa desde los diecisiete, ha vuelto a nacer después de ser intervenida en el cerebro con radiocirugía gamma knife, tecnología de suma precisión con la que se consigue bloquear la conexión neuronal del sistema límbico que activa la ansiedad enfermiza, daño cerebral que provoca rechazo sistemático de la comida y un tremendo agobio por la gordura.

“Era horrible… quería respirar y no podía… me ahogaba… la angustia me consumía por dentro y por fuera…  y así todo el rato, todo el rato, todo el rato… absolutamente obsesionada con la comida… mi situación era insostenible… estaba al borde del precipicio… entonces vi un rayo de esperanza. Mi médico Pepe Casas me recomendó operarme de la cabeza… y me salvó la vida”.

Las pacientes llegan de la mano del doctor Casas Rivero, experto en anorexia y responsable de la Unidad de Trastornos del Comportamiento Alimentario del mismo hospital, quien forma parte, junto a otros médicos, psiquiatras, psicólogos, nutricionistas y neurocirujanos, de un equipo multidisciplicar avezado en psicocirugía.

Cada caso se analiza en profundidad, pero la enfermedad patente debe de ser de larga evolución, crónica y con múltiples ingresos en centros sanitarios. Además, la calidad de vida de las pacientes debe de ser muy pobre y bordear la inestabilidad médica; incluso la posibilidad cierta de riesgo vital.

Teresa fue la pionera a nivel mundial y se operó con radiocirugía gamma knife a finales de 2009. Luego vinieron otras dos chicas españolas, Cristina, de 35 años, y Verónica, de 36, que está en plena fase de recuperación.

La técnica requiere una serie de test psicológicos y psiquiátricos previos, para determinar la capacidad mental, y elaborar un mapa interno del cerebro para no errar ni una milésima en la descarga. Aquí entra en juego la vanguardia del diagnóstico por imagen, desde un TAC a una RMN, pasando por una angiografía o una tractografía.

El equipo de neurocirujanos obtiene así el punto milimétricamente exacto para la irradiación; donde han comprobado que se activa la ansiedad patológica del paciente.

“Practicamos lesiones en el sistema límbico que tienen el tamaño de un grano de arroz”, puntualiza el médico. La radiación, que es cien veces menor que con otros sistemas similares,evita daños en las partes sanas del cerebro.

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